Y sonríe, mientras le acerca al marido, solícita, otro trozo de moussaka. -Cariño, hoy te ha salido como nunca-le oye decir. Ella canturrea y, satisfecha por haber encontrado al fin la manera de frustrarle sus encuentros con la veterinaria, se sacude del delantal, como si nada, una lasquita de pezuña y algunos pelos de gato.
Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle. Ese maldito guardabosques llevaba demasiado tiempo persiguiéndome y ahora era yo el que lo tenía a tiro. Sólo había que apretar el gatillo y por fin podría vivir en paz con mi chica, la de la caperuza roja. Sólo había que hacer eso. Y el cuento de siempre hubiera sido otro.
Actividad de creación de microcuentos a partir de imágenes curiosas. Para cualquier nivel. De esta podría surgir La noche de los pimientos vivientes o Pimentada en Elms Street...