I
-Júrenos que si despierta, no se la va a llevar –pedía de rodillas uno de los enanitos al príncipe, mientras este contemplaba el hermoso cuerpo en el sarcófago de cristal-. Mire que, desde que se durmió, no tenemos quien nos lave la ropa, nos la planche, nos limpie la casa y nos cocine.
Opus 8, Armando José Sequera
III
LA MANZANA DE LA DISCORDIA
II
III
LA MANZANA DE LA DISCORDIA
Cuando despertó ya no era la misma. Le dio largas a un príncipe bobalicón cuyo beso le supo a sapo y cuyos ojos apagados parecían las ventanas de una triste y solitaria mole. No entendía qué hacía en medio del bosque rodeada de unos hombrecillos minúsculos, machistas, exigentes, malolientes. Ya le habían llamado la atención varias veces por dedicarse a pintarse las uñas y a maquillarse en lugar de fregar o hacer las camas. Así que se había decidido por fin: esta misma tarde se iría definitivamente, pero no sin antes dejarles preparada una última sorpresa, una exquisita tarta de manzana como no iban a comer otra en sus vidas.
Marian De Juan
7 comentarios:
GENIAL!!!!Me ha encantado, de verdad.Y es que no hay nada como una buena actualización de los cuentos.(Blanca nieves lo agradecería)Un enorme abrazo guapa.
jeje, muy bueno. Si tuviéramos que revisar los rasgos discriminatorios de la tradición literaria...no acabaríamos! Aunque la verdad, es que no estaría nada mal...
La realidad siempre supera a la ficción...
Me gusta que le den la vuelta a los cuentos clásicos como a un calcetín. He leído alguna que otra versión políticamente incorrecta de Blancanieves, pero esta no la conocía.
Saludos.
Pues sí: una genialidad. Está bien trastocar el mundo, que en tantas ocasiones nos queda tan cursi...
Besos.
Gracias a todos por pasar por aquí en estos días veraniegos. No he contestado antes ni me he pasado por ningún blog porque no he estado aquí; he estado descansando unos días en la playa y, para no abandonar del todo la casa, había dejado unas entradas programadas. Besos
Maravilloso blog, Marian.
Los trajecitos para vestir a Dulcinea y a Sancho son preciosos. ¡Si habré vestido muñequitas con esos vestidos que traían las revistas infantiles de los '50 y '60! No me parecían tan divertidos, pero fantaseaba con esos vestuarios.
Ahora, se usan las pegatinas... todo más fácil.
Cariños.
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