miércoles, noviembre 19, 2008

Las ciudades y las letras

Al hilo de las recientes reflexiones de Joselu sobre profesores veteranos y sustitutos, pensaba escribir algo acerca de las vicisitudes de las sustituciones, que me llegan tan de cerca, o sobre los profesores veteranos a los que tanto debemos, ya sea como alumnos, ya sea como compañeros. También planeaba escribir algo sobre los sitios que acogen nuestros destinos, primero extraños y después entrañables. Y más pronto que tarde escribiría sobre los alumnos, esos que, al fin y al cabo, hacen que merezca la pena la dedicación a la enseñanza, esos que con sus risas, sus ganas de vivir, sus halagos, animan la tarde más nostálgica. Iba a escribir algo sobre eso, porque empezaba a sentirme bien en este lugar, acurrucado entre montañas, con estos alumnos serenos pero dicharacheros, adultos pero ingenuos todavía, responsables, ilusionados. Me encuentro a gusto con los compañeros de la tarde, con Jesús, afable y acogedor, siempre con la risa a punto y con la broma justa, con Mª José, tan risueña, con Mª Carmen, con Lina...con todos, y, especialmente, con Amelia, mujer cariñosa y sencilla a la que desde el primer momento sabes que echarás en falta cuando te vayas, porque Amelia no es de esas personas a las que difícilmente se llega a conocer, incluso teniendo para ello toda una vida. No, Amelia es una de esas buenas personas que se conocen a primera vista, te ayudan a ello su voz compañera y suave, su mirada risueña y su risa de niña.
Iba a hablar de estas cosas algún día, creyendo que tenía mucho tiempo por delante para hacerlo, pero ahora ya sé que no lo tengo, porque el profesor titular al que sustituyo se incorpora. Así que me he quedado sin palabras.
Y se me ocurre expresar lo que siento con las imágenes de Beatriz y de sus ciudades maravillosas. Hay ciudades luna, árbol o globo, como ésta, que nos esperan en alguna parte a los que viajamos de un lado para otro y, cuando nos vamos, nos llevamos un trocito de lo mucho que ellas nos han dado:



4 comentarios:

Toni Solano dijo...

Ahora que soy un profe estable, a veces, añoro esa mala vida de sustituto. Ser docente tiene algo romántico, pero ser mercenario de la docencia es una especie de bandidaje a lo divino. Que tengas suerte.

Marian dijo...

Gracias, Antonio. Ese no saber dónde estaré dentro de unos días tiene su misterio, sí...A ver qué pasa.

Unknown dijo...

Marian, un amigo me trajo hasta aquí para volver a tu rinconcito y ver esta linda entrada, que alegría me da...besotes!!!

Marian dijo...

Bett, para mí es un lujo que te pases por aquí. Besos